El camino no se lee, se escribe.
Hubo un lapso de mi vida, más largo de lo que quisiera, en el que me sentí un personaje secundario de la historia de alguien más.
Luego comprendí que estaba en el libro equivocado, camino a un destino insípido, aletargado, insensible, víctima de una inercia homicida.
Detuve todo, me salí del camino y comencé a andar por donde no había ningún empedrado. Y ahora estoy aquí protagonizando mi propia aventura, mi intento de ser un autor profesional.
Si un libro te aburre no lo leas, no importando cuánto te digan que debes hacerlo, que es bueno o que es lo mejor para ti. Ciérralo. Bótalo. Busca otro que sí sea para ti, que te haga feliz, te aseguro que lo encontrarás.